Mozart, Salieri, un tuit y un concierto en el Palacio Real

Todo empezó por casualidad, como suelen pasar algunas cosas que valen la pena.

6/28/20253 min read

Disponible haciendo click en

Anterior · Siguiente

Todo empezó por casualidad, como suelen pasar algunas cosas que valen la pena. Por casualidad salimos a pasear —excusa para fiscalizar la calidad de los riberas de algunos bares— esa tarde; por casualidad tomamos el último café junto a la casa de Cervantes y decidimos estirar el paseo por la plaza de España; por casualidad se me ocurrió hacer una foto a los carteles que indican la dirección a los hoteles Enara, Amadeus, Mozart y el hostal De La Torre, con intención de comentar algo gracioso, tal vez mentando a Salieri; por casualidad mi esposa dijo que también faltaba el primer nombre de Mozart; y por casualidad recordé, un día más tarde, que tenía esa foto en el celular.

Luego, un tuit que, como la Galatea de Pigmalión, cobra vida; la complicidad de mis vecinos pucelanos; tres diarios locales y Radio Clásica sumándose a la broma; y miles de sonrisas reflejándose sobre los cristales de miles de móviles. Imagino que una de esas sonrisas habrá sido la de Ernesto Monsalve, quien me propuso dirimir el nombre de los hoteles, por concurso popular, durante el concierto de la Joven Orquesta de Valladolid, que tendría lugar en el Palacio Real dos días más tarde. En el día de la música y durante el año del bicentenario del fallecimiento de Antonio Salieri. La epifanía era completa.

El evento, organizado por la JOSVa, la Coral Vallisoletana, el Ayuntamiento de Valladolid y la IV Subinspección General del Ejército, evocaría el duelo musical de dos pesos pesados de la historia —y la actualidad, ¿por qué no?— de la música, Mozart y Salieri, ocurrido en el Palacio de Schönbrunn durante el siglo XVIII. Así, aproximadamente cincuenta invitados, entre autoridades, militares, prensa y padres de los intérpretes, junto a casi 600 vecinos de la ciudad, colmaron el patio central del Palacio Real, como modernos cortesanos de Felipe III, para disfrutar de una tarde llena de música. Y, si me acepta la sugerencia, lo invito a revivirla seleccionando las piezas del programa en su plataforma de audio favorita.

¡Comenzamos!

El concertino da la nota a la formación, iniciando la contienda. El que pega primero, pega dos veces, debe haber pensado Salieri, que toma la delantera, e inicia el protocolar intercambio de caballerosas intenciones a través de las suaves notas del Allegro del Concertino da camera, que refrescan el aire de la tórrida tarde palaciega. Mozart, tenso, aguarda sonriente. Y, con la misma cortesía al llegar su turno, devuelve la gentileza con Andante en Do mayor.

Hasta allí llegan las cortesías y remilgos; comienza la guerra. La tensión crece en el patio al ritmo de los abanicos de las damas. El joven Wolfgang, sabedor de lo que se juega, lanza sus tropas con la contradanza La batalla, que hacen poca mella en el veneciano. Salieri maniobra sus tropas por el campo de batalla con maestría, forma a la Coral Vallisoletana en línea compacta y desata una tormenta con Der Tyroler Landsturm, dejando a Mozart a la zaga. Y, venido arriba, regala al público su Misa en Do mayor de cinco movimientos, ambos estrenos en España.

El viejo Johann Sebastian Bach —que no Mastropiero— sube al escenario para echarle un capote al joven Wolfgang y, en un intento de mediación, alza una plegaria con Jesús, alegría de los hombres, que apacigua ánimos. Mozart recupera el aliento y conmueve al auditorio con Ave verum corpus. Pero Salieri está dispuesto a llevarse la tarde y cierra el duelo con Les dieux de l’univers de la ópera Les Horaces. La suerte está echada, el veneciano se alza con la victoria.

El sol está a punto de rendirse y la jornada termina con la solemnidad deToque de oracióny elHimno Nacional de España. El público se dispersa. Los bares de la calle de Las angustias se llenan y todo vuelve a la plácida calma vallisoletana. Me dejo llevar por ella mientras agito una copa de ribera; mezclando cierto grado de vergüenza por no haber sabido de la JOSVa hasta el concierto de esa tarde, con la alegría de confirmar que Valladolid todavía tiene mucho por descubrir.

Artículo publicado en periódico Nuevo Ático y diario Tribuna Valladolid. Ilustraciones: Fundacion EME.