Un locro en España
Mayo, del madrileño 2, navaja en mano, al porteño 25, de Cabildo exaltado. Mayo de agitación, de sangre hispana alborotada.
Javier Calles-Hourclé
5/23/20232 min read
Conversamos de las historias que cada uno trae a cuestas. Historias de nuevas oportunidades y de dificultades, de familias rotas y de familias reencontradas, de estudios y de amores, de fracasos y alegrías, de tristezas y éxitos. Las traemos a rastras desde Santa Fe, Córdoba, Mar del Plata, Mendoza, Bahía Blanca, Misiones, Buenos Aires y otros rincones de la Argentina; y se mezclan, como los ingredientes en la cazuela, con las de los amigos o familiares españoles que nos acompañan. Probablemente cada uno traiga sus preferencias políticas, o ninguna; pero eso no es lo que nos convoca. A nuestras mesas no están invitados Macri, Cristina Fernádez, ni Milei. Tampoco Sánchez, Abascal, Díaz ni Feijóo. Nos convoca un mayo hecho de otra cosa, de identidad construida por sabores criollos, como el locro que acaba de salpicarme la remera, de tardes de lectura que me recuerda la Mafalda estampada en la camiseta de Alejandra, del murmullo de las cataratas que me llega en el acento misionero de Claudia, y de la sabiduría criolla envuelta en música que brota de la guitarra de Wilson, el payador errante, que, como el Pisuerga, también pasa por Valladolid; y que, en este mayo de encuentro, acompaña los mates de la tarde con los versos del gaucho Fierro.
«Y no piensen los oyentes
que del saber hago alarde;
he conocido aunque tarde,
sin haberme arrepentido,
que es pecado cometido
el decir ciertas verdades».
Artículo publicado en el Diario de León el 24 de mayo de 2023. Disponible aquí. También en Periódico Nuevo Ático el 23 de mayo de 2023. Disponible aquí. Ilustraciones: ElDiarioAR, Javier Calles-Hourclé.
Mayo, como un espejo a uno y otro lado del charco, resuena en los ecos del madrileño 2, navaja en mano, al porteño 25, de Cabildo exaltado. Mayo de agitación, de sangre hispana alborotada y revolucionaria. Mayo de muertes en Segovia, antesala del alzamiento comunero, y del Cordobazo rebelde y obrero. Mayo espectador de las inminentes contiendas electorales entre derechas e izquierdas españolas y de unos y otros «istas» argentinos. Mayo de Miguel Hernández, de política y de descontento. Mayo, en Valladolid, también de encuentro.
El encuentro ocurre en el bar de David —en España casi todo lo importante pasa en un bar—. Vamos llegando a puñados, en goteo. Abrazos, apretones de mano, presentaciones y dos besos. Muchos no nos conocemos, pero no hace falta. Nos convoca mayo; un mayo sereno, discreto, como excusa de algo más. De algo que se cuece a fuego muy lento bajo la mano experta de Graciela. Manteles blancos y celestes cubren las mesas, se descorcha malbec y ribera del Duero y circulan empanadas y tortillas por igual. Suenan el Chaqueño, los Cadillacs, los Redonditos, Soda… todos al ritmo del burbujeo de las ollas al fuego. El locro está hecho, los platos se colman. Se ocupan las mesas, se tiñen las migas de pan, tañen las copas y hacemos lo que mejor se nos da: conversar.